Loading...

ASOCIACIÓN CIVIL MADRES DEL DOLOR

0800-22-AYUDA (29832)

Entrevista de Celina Abud.- Perder un hijo es, sin duda, una de las peores tragedias para un ser humano. Encontrar la fuerza para afrontar el duelo es una tarea imposible de imaginar. Pero aún es más difícil pensar en cómo seguir cuando ese hijo murió en circunstancias violentas que podrían haberse evitado. Y hasta incluso cómo tras esa desgracia, se lucha para ayudar a otras madres que cursan una situación similar. En eso pensó la periodista uruguaya Cecilia De Vecchi cuando empezó a escribir el libro En tu nombre, que cuenta la historia de nueve madres que reclaman justicia a través de organizaciones sociales que ellas mismas formaron y que trabajan contra la violencia de género, el narcotráfico, la violencia institucional, los accidentes viales, los secuestros y la negligencia dentro de los espacios públicos.

El volumen recopila las historias de las Madres del Dolor Silvia Irigaray, Elsa Gómez, Nora Iglesias, Marta Canillas, Viviam Perrone, Isabel Yaconis, Elvira Torres; la Madre del Paco Isabel Vázquez y Rosa Bru, de la Asociación Miguel Bru, todas conocidas por su lucha, pero con una vida cotidiana no documentada hasta el momento. En diálogo con ámbito.com, De Vecchi reveló que quería acercar las madres al lector y mostrar que "llevan una vida normal a pesar de que realizan un trabajo extraordinario". También rendirles homenaje porque "son un ejemplo de vida".

Periodista: ¿Cómo surgió la idea de escribir "En tu nombre"?

Cecilia De Vecchi: Por mi admiración a estas nueve madres, que realizan sus tareas con coherencia, convicción y sin violencia, de manera política y social. Yo también soy mamá y me preguntaba cómo hacían ellas para superar la muerte de un hijo, que es lo peor que le puede pasar a un ser humano y además convertir ese inmenso dolor en energía superadora y en acciones concretas que benefician a la sociedad. No sólo buscaba esta respuesta, sino que también quería mostrar el lado humano de estas madres, porque el periodismo indaga sobre su lucha, pero ellas también tienen una cotidianeidad, trabajan, hay días que están tristes y están alegres, se separan, les pasan cosas. Se las suele ver como inalcanzables, por eso me propuse acortar distancias entre el lector y estas mujeres.

P.: ¿Conocías personalmente a alguna de ellas antes del proyecto? ¿Cómo fue la experiencia de entrevistarlas?

C. D. V.: No las conocía, pero las contacté una a una en un trabajo de casi dos años. Todas fueron muy receptivas y no tuvieron problema en contar sus historias. Para ellas esta experiencia fue como "desnudarse", porque no estaban tan acostumbradas a contar cosas personales. Fue una experiencia muy rica para ambas partes. Para mí fue muy especial porque ellas me enseñaron a cómo posicionarme en otro lugar en la vida, no sólo ante el dolor. La gente tiene un temor al pensar con qué se van a encontrar, cuando perdieron un hijo. Sin embargo, tienen una energía positiva que no poseen un montón de personas que no transitaron por semejante tragedia. Tienen humor. Con algunas lloramos, con otras nos reímos. Yo arranqué con el libro intentando ayudar, y ellas fueron las que me ayudaron a mí.

P.: El libro quiso hacer énfasis en la resiliencia de estas madres. ¿Consultaste también a psicólogos para reforzar esta idea?

C. D. V.: Los especialistas me habían explicado lo que significaba esta palabra, pero hasta que no conocí a las Madres del Dolor no lo entendía. Los psicólogos que consulté me explicaron que las personas resilientes pueden encontrar la solución a distintas adversidades, pero que no hay una cura para la muerte de un hijo. Por eso, el rol de estas madres tiene un plus, porque empezaron a luchar desde el día uno. Al conocerlas pude entender el significado real de esta palabra. La definición remite a la capacidad del ser humano de hacer frente a las adversidades de la vida, superarlas e incluso ser transformada por ellas. Pero las madres son el vivo ejemplo, porque no hay nada peor que lo que ellas pasaron y convirtieron su dolor en algo positivo.

P.: ¿Qué te cambió conocerlas y escribir este libro?

C. D. V.: Toda mi perspectiva de las cosas. Yo pienso en ellas y me tengo que parar en otro lugar, no sólo en la manera de encarar el dolor sino la vida. Porque estas madres, a pesar de todo, tienen muchísimo amor hacia la vida, hacia los que quedan y hacia los que no están. Centran su odio en la persona que cometió el acto contra sus hijos, pero no tienen un odio generalizado, sino todo lo contrario. Son personas llenas de amor por los que quedan y también por los que no están. Además, las Madres del Dolor son un ejemplo como grupo, porque piensan distinto desde lo político y son de clases sociales diferentes, pero conviven con la diferencia desde hace 12 años y trabajan juntas por un mismo objetivo, que es el amor por ese hijo que ya no está.

P.: ¿Cuál fue la frase de las madres que más te impactó?

C. D. V.: Todos los testimonios fueron impactantes. Pero el que más recuerdo es el de Elsa Gómez, que es la mamá de la tapa. Dijo: "Somos todas de zonas diferentes, nuestros hijos fueron asesinados de formas diferentes, somos de clases sociales diferentes, somos de religiones diferentes, pero tenemos el mismo amor a los hijos. Ninguna cerró su corazón al resto de los hijos". Cuando en la entrevista yo le preguntaba sobre la violencia, ya que las Madres del Dolor nunca tuvieron una acción violenta en 12 años, ella contestó "No somos violentas porque a nuestros hijos con violencia los mataron. ¿Cómo quedaríamos delante de nuestros hijos? Nosotros queremos a los asesinos de nuestros hijos en la cárcel, donde corresponde que estén".

P.: ¿Qué expectativas tenés con este libro?

C. D. V.: Acercar al lector a estas madres, a estos seres humanos. Que la gente les pierda ese miedo, que las humanicen, porque todas tienen una vida normal por más que ellas realicen un trabajo extraordinario. Mi expectativa es que este libro llegue a la mayor cantidad de gente posible que esté pasando por un momento complicado, que las tomen de ejemplo, y así ver que se puede.